
En cuestión de concursos, uno de antemano, ya sabe medianamente como le va a ir al momento de la elección, generalmente siempre llegas a ver otros trabajos que veces te llevan a decir: “La verdad que este merece estar por lo menos en la discusión”.
Siempre podes medir tu pieza de diseño con alguna otra a la que tuviste la oportunidad de echarle un ojo.
Pero cuando uno entrega sobre la hora un trabajo que realizó en unas cuantas horas, el final no puede ser otro. El premio va a posarse en el trabajo de alguien más.
El trabajo que yo presenté para el concurso del Museo Histórico Provincial, no merecía ganar, y no porque el finalmente ganador estuviese mucho mejor, sino porque lo hice un par de días antes del cierre y hubo que imprimirlo, montarlo en soporte rígido, preparar la memoria descriptiva, los sobres, etc, etc, etc, en tiempo record.
Hay que ser sinceros. No merecía ganar. Y esto es simplemente porque tuve el tiempo, los medios, y el conocimiento para hacer algo mejor, con la investigación y la responsabilidad necesarias.
De todos modos la solución se orientó a crear una identidad simple, aunque distinguida y memorable, buscando que la comunicación visual sea definida, clara y altamente legible.
La idea intenta denotar modernidad y simpleza a través de de trazos y juegos tipográficos que permiten presencia y gran aplicabilidad.
La paleta de colores remite al color terracota y madera que predomina en las piezas exhibidas en el museo.
Las líneas que completan la pieza hacen referencia a las ventanas de estilo colonial que se destacan en el frente del histórico edificio.
El resultado fue lo que les muestro en las imágenes, algo que me hubiese gustado hacer con el tiempo que se merecía, ya que ganar este tipo de concursos siempre serán unos puntitos extras en nuestro currículo.
Nunca dejen de trabajar con responsabilidad y profesionalismo, tendrán mejores resultados, sobre todo si tienen las armas necesarias para hacerlo.


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