
Cuando finalmente uno termina por reconocer que no tiene un talento natural innato, lo mejor que puede hacer es rodearse de personas que si lo tengan, y a fuerza de observar y dejarse enseñar, terminará por suplir esa carencia, con una fuerte dosis de predisposición al trabajo.
Bien, de esta manera, fue que tuve la oportunidad de integrar proyectos muy interesantes con mayor o menor participación activa, pero siempre con la oportunidad de ver todo el proceso desde adentro.
Movitier, una importante empresa constructora, fue uno de los tantos proyectos que llegaron a las manos de mi hermano Pablo, sin duda la persona que me llevó a elegir está profesión hace unos cuantos años atrás; quien me invito a formar parte del mismo, y como muchas otras veces, no pude decir que no.
Lo atrapante de este proyecto fue la amplitud del mismo. Un “aggiornamiento” de la marca, y a partir de esta todo un sistema de piezas promocionales y de identidad para la empresa.
A diferencia de otros proyectos, en este, tuve la libertad para participar mucho más activamente de las piezas creadas, lo que me dio una motivación extra. Me sentí muy cómodo aportando ideas que fueron muy bien recibidas y diseñando muchas piezas desde cero. Como en todo proyecto, se crearon bocetos y se tiraron ideas sobre la mesa, hubo críticas, consejos, y también la oportunidad de desarrollar teorías e ideas.
Como les dije al comenzar todo se trata de aprender, cada día, seguir aprendiendo, observar y dejarse guiar. Y si tienen ese talento innato, también déjense enseñar, para aprender a canalizarlo de la mejor manera posible.
El resultado final nos dejo bastante contentos y satisfechos, y en lo personal, esto fue, desde lo profesional, lo estético y lo aprendido.




No hay comentarios:
Publicar un comentario